Me llamo Toni García, y si tuviera que definir mi vida en pocas palabras, diría que siempre he sido una persona que busca crear, compartir y volver a empezar.

Vengo de una familia de ocho hermanos. Me crie en un barrio muy humilde de Murcia, jugando en calles sin asfaltar.

Desde pequeño ya montaba cosas. Literalmente.

Uno de mis primeros “negocios” fue montar un cine con mi hermano, proyectando películas para los vecinos del barrio con una linterna, un reproductor antiguo (un Cine-Exin) y muchas ganas de hacer algo distinto.
Vendíamos entradas hechas a mano. Aquello duró poco, las «pelis» las proyectábamos en una sala donde criábamos animales, pero sembró algo que sigue en mí hasta hoy: el impulso de crear espacios para conectar.

He pasado por muchas etapas. Desde pintar muñecos a mano con 8 años, rotulista, pintor, empresario de reformas, hostelero… tuve un bar en un gimnasio donde terminé tan integrado en el equipo que me veían como uno más.
Me formé en nutrición, di charlas sobre ello, aplique mucho marketing e hice comunidad desde el cuerpo, desde lo cotidiano. 

Me saque el graduado a los 28 años, el acceso a la UNI a los 35 y mi certificación universitaria en marketing a los 50.

Hemos vendido servicios por mas de 4000€ de embudos de marketing y publicidad.
He participado y estado en formaciones y eventos con los mayores referentes en negocios digitales, como Vilma Nuñez, Joan Boluda, Alejandro Novas, Frank Scipion, Isa y Juanmi, Roberto Gamboa, etc.

Siempre con una energía que me empujaba a aportar algo.

Pero también he vivido caídas duras.
Una de ellas, reciente, me dejó totalmente roto.
Tras un proyecto formativo en el que lo di todo, junto a un compañero y amigo. Pensé que estábamos construyendo algo grande juntos, pero no me di cuenta de que muchas de esas ilusiones eran solo mías.
Me sentí juzgado, desbordado, y aún hoy sigo sin entender por qué me dolió tanto.
La realidad es que había puesto demasiado fuera lo que en el fondo tenía que sostener dentro de mí.
Caí tan hondo que pensé que no iba a salir.Pero salí.
Caminando. Literalmente. 
Paso a paso.
Recuperando partes de mí que había dejado atrás.

Esa experiencia me quebró. Pero también me obligó a mirarme, a dejar de esperar que los demás respondieran a mis expectativas, y empezar a hacerme cargo de lo que yo realmente necesitaba.

Y hoy estoy aquí, no porque tenga todas las respuestas, sino porque me niego a seguir en silencio.

Estoy construyendo Sincromías, una comunidad para personas que se sienten bloqueadas, perdidas, en punto muerto. Porque yo también estuve ahí. Porque sé lo que duele sentir que tu vida no encaja. Y porque creo que, a veces, solo necesitamos un espacio donde volver a movernos, sin juicios, sin fórmulas mágicas, pero con intención.

Este no es el proyecto de un experto. Es el proyecto de alguien que sigue caminando.
Y si te resuena, es probable que tengamos cosas en común.